sábado, 22 de agosto de 2009

Una nota sobre la tricotilomanía - Christina McCoy

Tengo algo llamado tricotilomanía, y por siete años he estado jalando el cabello de mi cabeza al punto de quitarmelo. Mi travesía personal con la trico es larga y detallada. He ido a seis reitros del Centro de Enseñanza de Tricotilomanía (al cual le debo muchas, muchas gracias por ayudarme aceptar, y al mismo tiempo retar, mi trico), he buscado la ayuda de hipnoterapistas, psiquiatras y especialistas de biofeedback, he usado una peluca y subsecuentemente destruido mi peluca por jalar de ella. Por la mayor parte del tiempo cuando me jalaba el pelo, usaba un paleacate en mi cabeza todos los días. De hecho, hay muchas personas en mi vida que no me conocen sin un paleacate.

Después de mudarme a Austin, Texas, comencé a ver a un psicólogo caro pero efectivo. Pronto después de haber comenzado la terapia, me prohibió (me lo sugirió amablemente) usar el paleacate. Decidí, con su ayuda, que el paleacate se había convertido en una muleta, que seguiría jalando con la misma frecuencia o con más y después tiraría el paleacate en mi cabeza como si nada hubiera pasado. Me vi forzada a tomar en consideración mi apariencia externa, y me di cuenta que verme en mal estado hacía sentirme mal también. Quité triunfalmente el paleacate, y mi autoestima y determinación crecieron. Comencé a tomar nota de cuando jalaba, pelo por pelo, y comencé a tratar la trico como una adicción (un modelo que siempre había sospechado sea de valor). Gracias a una terapia necesaria de amor duro que dice las cosas como son, decidí que mientras me jalaba el pelo no podía ser Christina; que la Christina que siempre había querido ser no era la que se escondía detrás de un paleacate, avergonzada secretamente de algo que se había convertido en algo más que un hábito.

Desde que vivo en Asutin, he revitalizado un grupo de apoyo local para los jaladores de cabello y picadores de piel. Somos un grupo de mujeres fuertes y maravillosas que nos encontramos cada semana para hablar de lo que podemos hacer para transformar nuestras vidas en algo más manejable y como podemos llegar a otros jaladores en Austin. Con la ayuda de algunos facilitadores hemos logrado crear una comunidad unida en la cual siempre podemos depender en el otro para amor y responsabilidad. Le doy mucho crédito de mi éxito actual a estas mujeres y su apoyo.

Llevo ya siete meses sin jalar. Esto es el mayor tiempo que he logrado estar sin jalar mi cabello, y parece nada a los siete meses que me lo he jalado. Tengo ya una cabeza hermosa llena de cabello rizado que me recuerda diariamente de lo asombroso que ha sido mi progreso. Todavía estoy tomando las cosas día a día, pero me despierto cada mañana ante una nueva oportunidad de enseñarle al mundo quién soy yo y qué es lo que represento. Desafortunadamente, se sabe poco de este desorden y se discute poco entre la comunidad científica. La industria de la belleza nos enseña que tenemos que tener el cabello perfecto y nos vende productos para lograrlo. Como mujer, la pérdida de caello es algo vergonzoso y parece que detrae de nuestra feminidad. La trico no sólo es difícil de hablar con alguien pero a veces es más difícil aceptarla.

Entonces salgo del closet. Tengo tricotilomanía. Yo soy trictotilomanía. Es muy probalbe que conozcas a alguien que tambi´ne lo sea. Es tiempo de que nostros como comunidad encontremos una voz colectiva de esperanza y acción, y empecemos una discusión honesta y abierta sobre este desorden común. Rétate a ti mismo/a y dile a alguien sobre tu manía de jalar o la manía de alguien más. Hasta que no podamos ser francos con nosotros mismos, no podemos ser francos con los demás.

A Christina McCoy se le puede a través de correo electrónico a través de la dirección del Grupo de Apoyo de Trico en Austin austintrich@yahoo.com.

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