jueves, 27 de agosto de 2009

Mi Hazaña Más Grande - Edith

Si me preguntas cuál es mi hazaña más grande, no voy a vacilar en contarte que es dejar de jalar mi cabello. Mi nombre es Edith, tengo 21 años, y actualmente estoy al final de un larguísimo y difícil viaje personal que me ha puesto en un punto en el cual ya no quiero regresar. Sé cómo es todo esto, soy una veterana. He jalado por 11 años; tenia la tricotilomanía más severa, llamada tricofagia, cuando te comes tu propio cabello. Me daban dolores de estómago terribles, una cabeza totalmente calva. Creo que intenté dejarlo en 50 ocasiones. Intenté de todo desde el método elástico, pasando por forzarme a hacer flexiones de brazos, hasta todo lo que te puedas imaginar. En un punto me rasuré la cabeza a ras de piel todos los días para ir a la escuela. Los otros niños me llamaban la niña cancer. Debo de haber comprado más de 100 tubos de rimel en mi vida. Creo que no necesito dar más detalles, estoy segura que muchos de ustedes ha "estado ahí y hecho lo mismo".

Comencé a ver a un terapeuta hace 3 años. La cosa más difícil para mí fue haber ido al hospital y decirles a los doctores qué es loq ue estaba mal conmigo. En Canadá, sólo puedes ver gratis a un terapeuta si te diagnostica un médico general. Puedes imaginarte que los doctores rara vez ven casos de trico. Me sentí muy avergonzada de decirles que me jalaba el cabello. Comencé a llorar frente a los doctores, fue muy desgastante emocionalmente. No voy a olvidar nunca cuánto me ayudó a superar esto mi amiga Ferry. Esperamos en el hospital por horas. Realmente me forzó a ir al hospital; ella sabe que nunca hubiera ido por mí misma. Estoy agradecida eternamente con ella. Puedo decir que ese punto es cuando realmente comencé a curarme.

Viajaba en autobús durante 3 horas cada viernes para ver a mi doctor por 50 minutos. Lo odiaba al inicio. Daba la impresión de que siempre estaba viendo su reloj. No quería hablar de mi pasado, de mis dolores o de mis padres. Era muy floja para enfrentarme a mí misma y muy orgullosa para admitir mis debilidades. Siempre llegaba tarde a las citas. Falté a la mita dde ellas. La dejé de ver porque no estaba llendo a ningún lado, y porque me iba a ir a San Francisco a pasar el verano. ¡Qué verano! Tuve algunos de los mejores momentos de mi vida, trabajando y saliendo bastante. La gente en San francisco son tan abiertas. Sentí como si mi enfermedad era nada, como si no era nada importante. Fue también un paso importante en mi proceso de curación.

También tuve mi primera relación gay con una mujer increible. Ella me ayudó tanto como mi terapeuta, y estoy totalmente agradecida con ella. Al final del verano, ya tenía el cabello normal, la primera vez en 10 años que eso sucedía. También corrí un maratón ese otoño, y cuando lo recuredo, me doy cuenta que también fue un paso sumamente importante. Sin embargo, tuve que regresar a Canadá a terminar mi universidad, y justo cuando comencé la escuela y el baloncesto, comencé a jalar de nuevo, más que nunca. De regreso a los mismos viejos patrones, estaba realmente deprimida. Habiá probado lo que era estar libre de eso, y era muy difícil regresar.

En mi último año de la carrera, atravesé por un periodo muy intenso emocionalmente. Lloraba todo el tiempo. No puedo decir que era depresión, porque funcionaba correctamente. Creo que estaba haciendo un proceso de limpia muy serio. Fue una de las partes más difíciles de mi curación. Una buena analogía sería la siguiente; supón que te mudas de tu casa y tienes que vaciarla completamente. Te das cuenta un día que hay un cuarto completamente lleno que nunca habías visto antes, la mayoría de su contenido está muy sucio y pegajoso. Conforme vas quitando las cosas sucias, te das cuenta que el cuarto está infectado de algún germen peligroso, y la única forma que puedes limpiarlo es vaciarlo completamente y de hecho desarmarlo, cada pedazo de madera, cada clavo, hasta que ya no haya infección. Después de limpiar todo el cuarto, y toda la casa, te das cuenta que la infección realmente estaba en toda la casa, pero muy escondida. Observas tu casa y te das cuenta de la cantidad de trabajo que todavía se tiene que hacer. Puedes sentarte ahí y jalar tu cabello, o puedes remangarte la blusa y ponerte a trabajar, que es lo que yo hice.

Llamé a mi doctora y comencé a verla de nuevo. Estaba mucho más lista. Fui por mi propia cuenta; deseaba que ya fuera tiemop de mis sesiones. Progresé mucho en esos 4-5 meses en que la estuve viendo. Estaba mucho más abierta a ayudarme, lo cual hizo su trabajo más sencillo, y la cosa completa fue mucho más fácil para nosotras dos. Tuve que detener la terapia porque fui a San Francisco de nuevo. Desafortunadamente, las cosas no funcionaron con mi novia, eché a perder la relación, y ya tenía otra novia. Estaba todavía enamorada de ella, y fue un verano muy difícil. También me robaron mi violín, así como mis dos bicicletas. Mi hermano también estaba pasando el verano en San Francisco y también la estaba pasando mal. Un día mientras estabamos juntos decidimos tomar nuestra vida en nuestras propias manos. Él detendría su hábito de comerse las uñas y yo pararía de jarlarme el cabello. Fue una decisión. No hubo excusas. Y aunque había sido aceptada a la escuela de Derecho para septiembre, lo demoré un poco. Arreglé mis prioridades y decidí que no iría a la escuela de derecho antes de parar de jalar.

Mi hermano y yo inventamos el método de 21 días. Es muy sencillo pero sumamente eficiente. Empezamos el primero de Julio, nos dimos 21 días antes de dejarlo completamente. Entonces, el 21 de julio nos detendríamos completamente. Sin embargo, esos 21 días debían de usarse propiamente; cada vez qeu te jalas el cabello, te recuerdas a ti misma que te faltan X número de días, y te debes de estar atenta a los motivos por los cuales lo estás jalando, hablar a alguien de eso, sentir la tensión en tu cuerpo justo antes de que lo jalas y aprendes a sentir y corretear esa tensión. Estar consciente que te estás autodestruyendo, que no te estás respetando. Nadie más está jalando; observa dentro de ti para ver los motivos de tu stress. ¡Siente cuánto control tienes sobre tu cuerpo, sobre tus manos y tu tensión, sobre tu vida! Es una decisión que tomé, dejaría de jalar, y me metí con una determinación fuerte, una actitud realmente positiva y con total confianza que iba a lograrlo.

Después de los 21 días, dejé definitivamente de jalarme el cabello y no he vuelto a comenzar desde entonces. Fui a Europa durante 3 meses, en donde me dije a mí misma que el único propósito de ir en mi viaje era para trabajar en mis tiradas de cabello y en mí misma. Hablé con muchas personas allá, les conté sobre mi problema, y entre más hablaba de él, lo más que me iba abandonando. Era como si hblar de ello me ayudaba a comprenderlo, y cada día, ha estado menos presente que el día anterior. Aunque no puedo decir que fue fácil. Algunos días, cuando sentía ganas de jalar, tenía que concentrarme en eso durante todo el día. Era como un juego de paciencia entre la trico y yo. Nos sentábamos ahí esperando quién tenía la mayor paciencia, fuerza y determinación. Siempre gané yo. Algunas veces me cansaba demasiado, pero aún así ganaba. Caminé mucho, en Francia y en Italia, me relajé mucho, pensé mucho. Me liberé de mucha presión que tenía sobre mí. Comencé a no ser tan dura conmigo misma, ni con la demás gente, y eso también marcó una diferencia muy grande.

Un día me percaté que la batalla había sido ganada, el enemigo dentro de mí ya no era más que una pesadilla, mi cabello estaba hermoso, me sentía hermosa, y regresé a casa. Han sido 121 días, exáctamente 4 meses, y mi cabello luce genial. Comenzaré la carrera de derecho en un mes, y estoy realmente motivada. Cada día me despierto y agradezco a la vida por darme la fuerza que tengo. Estoy agradecida de haber tenido esta enfermedad; me dió la oportunidad de juntar fuerza y paciencia. Todavía pienso en mí como una trichster, y simpatizo enormemente con todos ellos, porque pienso que una vez que se es trichster, se es trichster por siempre. Todavía tengo impulsos, pero ya son muy sencillos de controlar. El simple hecho de que lo he logrado detener por 4 meses es suficienteme para prevenirme de jalar de nuevo. Lo que he aprendido de esta experiencia es que cosas increibles se logran una vez que empiezas a creer. No sólo creer, saber que tú puedes hacerlo, sí lo quieres lo suficiente.

sábado, 22 de agosto de 2009

Una nota sobre la tricotilomanía - Christina McCoy

Tengo algo llamado tricotilomanía, y por siete años he estado jalando el cabello de mi cabeza al punto de quitarmelo. Mi travesía personal con la trico es larga y detallada. He ido a seis reitros del Centro de Enseñanza de Tricotilomanía (al cual le debo muchas, muchas gracias por ayudarme aceptar, y al mismo tiempo retar, mi trico), he buscado la ayuda de hipnoterapistas, psiquiatras y especialistas de biofeedback, he usado una peluca y subsecuentemente destruido mi peluca por jalar de ella. Por la mayor parte del tiempo cuando me jalaba el pelo, usaba un paleacate en mi cabeza todos los días. De hecho, hay muchas personas en mi vida que no me conocen sin un paleacate.

Después de mudarme a Austin, Texas, comencé a ver a un psicólogo caro pero efectivo. Pronto después de haber comenzado la terapia, me prohibió (me lo sugirió amablemente) usar el paleacate. Decidí, con su ayuda, que el paleacate se había convertido en una muleta, que seguiría jalando con la misma frecuencia o con más y después tiraría el paleacate en mi cabeza como si nada hubiera pasado. Me vi forzada a tomar en consideración mi apariencia externa, y me di cuenta que verme en mal estado hacía sentirme mal también. Quité triunfalmente el paleacate, y mi autoestima y determinación crecieron. Comencé a tomar nota de cuando jalaba, pelo por pelo, y comencé a tratar la trico como una adicción (un modelo que siempre había sospechado sea de valor). Gracias a una terapia necesaria de amor duro que dice las cosas como son, decidí que mientras me jalaba el pelo no podía ser Christina; que la Christina que siempre había querido ser no era la que se escondía detrás de un paleacate, avergonzada secretamente de algo que se había convertido en algo más que un hábito.

Desde que vivo en Asutin, he revitalizado un grupo de apoyo local para los jaladores de cabello y picadores de piel. Somos un grupo de mujeres fuertes y maravillosas que nos encontramos cada semana para hablar de lo que podemos hacer para transformar nuestras vidas en algo más manejable y como podemos llegar a otros jaladores en Austin. Con la ayuda de algunos facilitadores hemos logrado crear una comunidad unida en la cual siempre podemos depender en el otro para amor y responsabilidad. Le doy mucho crédito de mi éxito actual a estas mujeres y su apoyo.

Llevo ya siete meses sin jalar. Esto es el mayor tiempo que he logrado estar sin jalar mi cabello, y parece nada a los siete meses que me lo he jalado. Tengo ya una cabeza hermosa llena de cabello rizado que me recuerda diariamente de lo asombroso que ha sido mi progreso. Todavía estoy tomando las cosas día a día, pero me despierto cada mañana ante una nueva oportunidad de enseñarle al mundo quién soy yo y qué es lo que represento. Desafortunadamente, se sabe poco de este desorden y se discute poco entre la comunidad científica. La industria de la belleza nos enseña que tenemos que tener el cabello perfecto y nos vende productos para lograrlo. Como mujer, la pérdida de caello es algo vergonzoso y parece que detrae de nuestra feminidad. La trico no sólo es difícil de hablar con alguien pero a veces es más difícil aceptarla.

Entonces salgo del closet. Tengo tricotilomanía. Yo soy trictotilomanía. Es muy probalbe que conozcas a alguien que tambi´ne lo sea. Es tiempo de que nostros como comunidad encontremos una voz colectiva de esperanza y acción, y empecemos una discusión honesta y abierta sobre este desorden común. Rétate a ti mismo/a y dile a alguien sobre tu manía de jalar o la manía de alguien más. Hasta que no podamos ser francos con nosotros mismos, no podemos ser francos con los demás.

A Christina McCoy se le puede a través de correo electrónico a través de la dirección del Grupo de Apoyo de Trico en Austin austintrich@yahoo.com.

martes, 11 de agosto de 2009

Progreso - Cheryn Salazar

Desde la edad de 12, en 1972, me he jalado mis pestañas y mis cejas. Me sentía muy sola y continuamente atormentada. Lloraba mucho cada noche, sola, asustada y llena de odio conmigo misma. Siento el dolor hoy cuando recuerdo esos sentimientos como si los tuviera en este momento. Aún lucho hoy en día con mi jalada de pestañas y cejas, pero el odio y la tortura se han desaparecido. Las capas del dolor están siendo removidas una por una, y más me está siendo relevado constantemente. Hoy me amo a mí misma. Tengo mucha paciencia en cuanto a mi recuperación. Todavía me frustro si he jalado pero hoy me doy cuenta que estoy en un proceso, y que cuando caigo en mi hábito, tengo una nueva oportunidad de aprender un poco más de quién soy y por qué es que jalo.

Alguna de las "ayudas" que recibo camino a la recuperación es el grupo de apoyo al que asisto. Saber que no estoy sola es un alivio muy grande. He estado asistiendo durante más de un año y he crecido en muchas dimensiones diferentes. Creo que cuando comencé con las reuniones de tricotilomanía es cuando comencé a curarme espiritualmente. Antes de eso comencé a trabajar en aceptarme incondicionalmente, pero estar rodeado por jaladores como yo e identifica mi experiencia de vida en cuanto a jalar el cabello con sus propias historias permitió a mi alma "saber" realmente que no era rara, extraña y tantas otras etiquetas que yo sentía y que me decían conocidos ignorantes. Todavía me sorprendo escuchar las historias que otros jaladores dicen en las reuniones. Todos ellos han sentido mi dolor, y muchos han experimentado las mismas incomodidades, por ejemplo, miedo de que mi maquillaje se caiga si nado, lloro, transpiro, me tallo los ojos, me lavo el cabello y muchas otras cosas.

He pasado muchas horas jalando; mcuho tiempo sintiéndome aislado como si fuera un fenónemno; mucho tiempoo en pánico, con miedo que alguien vaya a darse cuenta de mi "anormalidad". Hoy tengo una confianza en la cual no siento que sea extraña. No me importa si la gente nota que no tengo pestañas. De hecho, síme importa pero no baso lo que valgo en si tengo pestañas o cejas, entonces si alguien lo nota no me siento avergonzada. Me imagino el día en el que pueda salir sin maquillaje, nunca teniendo que revisar mi maquillaje y creo con todo mi corazón que será en un futuro próximo. Me estoy dando cuenta que mientras vaya a las reuniones voy a aprender más de mí y de la aflicción. Hay algo tan espiritual que pasa dentro de mí. Veo el fruto del grupo de apoyo en mi vida el día de hoy. Veo los milagros ocurriendo también a los otros en mi grupo.

Cheryn Salazar

domingo, 2 de agosto de 2009

Historia de Kristen

Yo soy una historia exitosa de Tricotilomanía. No porque ya no me jale el cabello, de hecho en este momento tengo pedazos calvos, pero porque he logrado aceptarlo y no ser torturada por las restricciones que puede afligir en nuestras vidas. He sufrico de Trico desde al menos 1ro de primaria. Comenzó inocentemente. Una amiga me dijo "si te jalas una pestaña, haz un deseo y sóplale, tu deseo se va a hacer realidad." Aparentemente yo teniá muchos deseos porque a las pestañas siguieron las cejas y en 5to de primaria comencé a jalarme el cabello.

¿Qué estaba mal con esta niña? ¿Por qué se jala sus pestañas, cejas y cabello? ¡De ninguna manera puede ser gratificante! Entonces, como tantos de nosotros, me llevaron a que me hicieran un análisis. El primer doctor me prescribió un castigo. No podía salir a jugar, directo a la cama después de la cena, quizá unas nalgadas. Obviamente esa metodología no funcionó y mis padres se sentían culpables así que regresaron a planear otra solución. Vi varios terapeutas a través de los años y ninguno tuvo éxito tratando la aflicción. En la preparatoria, mi madre y yo estuvimos de acuerdo que yo iba a ser la dueña de la aflicción, me refiero a que ella ya no la tomar la enfermedad como su responsabilidad con su hija y entonces comenzó a apoyoarme mientras yo trataba de manejarla por mí misma. Este fue un punto de partida para ambas. Ya no me sentía como una decepción o que no estaba viviendo de acuerdo a las expectativas de mi familia. Lentamente comencé a aceptar que esto era lo que yo era. Exceptuando los pedazos de calvicie y algo de habilidad maquillaje teatral (guiño), ¡era bastante normal!

¿Entonces qué es lo que me hace un éxito hoy en día? La habilidad de ser abierta y honesta sobre la aflicción y el efecto que tiene en mí. Siento fuertemente que este nivel de honestidad es un paso forzoso para lograr la recuperación. NO escondiéndose con vergüenza, sino enfrentándolo con valentía. Lo hablo abiertamente con mi esposo, mi familia y mis compañeros de trabajo. Cuando hablo de eso, me encuentro con que las personas están fascinadas por conocer más sobre eso. Y no sólo me siento mejor conmigo misma, la gente me ADMIRA. ¡Me admira por vivir con pedazos calvos en la cabeza! ¡Están locos! Bueno, probablemente no. Se requiere de una valentía tremenda para cada uno de nosotros enfrentarse a un demonio todos los días. Cada día que podemos aligerar la carga o el peso que pone en nuestros hombros es un éxito. La gente te sorprenderá. ¡Te van a ayudar a cargar si se los permites!

Tengo treinta años. Me gradué de la univerisdad de Michigan State en 1995 con un títlo en Ciencia Política. Me casé como mi maravilloso esposo en 1996 y tenemos dos hijos maravillosos, uno de 6 y otro de 4. He trabajado para AT&T por los últimos siete años. Cuando yo era ejecutiva de cuentas, estaba en el 1% más alto de la fuerza de ventas para AT&T por dos años consecutivos. Ahora soy la Gerente de Ventas y manejo a diez ejecutivos de cuentas y 30 de las cuentas más grandes en el estado de Michigan. No he ganado menos de $100,000 desde que tengo 24 años. !Oh sí.. también sufro de trico y tengo pedazos calvos y no tengo pestañas!

El éxito es hacer una limonada cuando la vida te da limones. A través del humor y compartir mi experiencia he encontrado consuelo de la culpa. Me siento como la persona más exitosa en el planeta ¡con todo y pedazos calvos!

Kristen Emerich
k.emerich@comcast.net